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Hay momentos en que una desgracia impensable se presenta ante nuestras vidas. Viene acompañada por una certeza que es inevitable la desgracia y antes de poder reaccionar, eres victima de un suigenis proceso de ingeniería penal y te conviertes en preso político.   
Encontrarte con la realidad de la cárcel, de la celda, y los sonidos característicos de los candados que componen la melodía carcelaria, son cosas que jamás olvidaré.  Por otra parte están esos instantes nocturnos que provocan en las almas especiales deterioros, para muchos una debacle, el fin del mundo.  Es de suponer que las lágrimas inundan los ojos, la desesperación ataca el espíritu y la depresión ataca el equilibrio psicológico; en esencia estás a un paso del destrozo global. Algunos gritan, otros hiperventilan, o terminan lanzando golpes secos y violentos, sin compás alguno, contra una sombra inexistente, porque sencillamente ni luz hay. 
“De aquí salimos” es uno de los gritos de guerra de la cárcel. Y no es más que un instrumento de control psicológico para los presos, es un slogan carcelario construido para evitar percibir la realidad de la asquerosa estadía en prisión.  Así es la cárcel, pura y dura. Con un olor característico, denso y penetrante, que se te instala en los huesos.   
Ese es el costo de los presos políticos.  A veces no hay ni tiempo ni espacio para las emociones. Sin duda alguna, y por sanidad mental, buscamos espacios para ciertos aspavientos emocionales, pero lejos de los que forman parte del protocolo depresivo carcelario. 
María Lourdes Afiuni, Cesar Camejo, Alejandro Peña Esclusa son algunos casos relativamente recientes de la persecución política.  Otros rondamos los siete años o mas de prisión, José Montiel (Mazuco), Lázaro Forero, Erasmo Bolívar, Rolando Guevara, Juan Guevara, forman parte de una lista de mas de ventidos privados de libertad por orden del gobierno; victimas de un concepto abstracto de “Justicia” y del uso del poder en forma discrecional para legalizar una decisión tomada fuera del ámbito jurídico.
Para muchos la prisión ha empezado a hacer estragos y ahora también se es victima de las enfermedades: cáncer, hernias, glaucomas, hipertensión, corneas obstruidas, entre otras.
En la cárcel el dolor fortalece el alma, porque hasta los recuerdos duelen. Sobre todo duelen porque tu espacio de libertad ha sido reducido al mínimo, duele porque la vida no cambia, la vida se detuvo. Y aun estando rodeado de personas, persiste el silencio que te aísla, y la soledad duele. Finalmente tratas de apaciguar el dolor caminando en los escasos metros de espacio dentro de una bóveda de concreto.  Cada día, cada paseo repetido incesantemente en el mismo espacio, es una lucha contra tu propia mente, cuyo único objetivo es mantener la estabilidad emocional propia y en algunos casos, tratando de ayudar a mantenerla a quienes te rodean.   
Pero por encima de esto, persiste en mí una reflexión: en el país la mayoría de las personas, mas de un 60%, no están de acuerdo con las políticas represivas de este gobierno, es eso lo que nos da aliento para seguir en el repetitivo recorrido del mísero espacio al que estamos reducidos. Es una esperanza pensar que haya muchos que nos puedan ayudar a detener esta tortura psicológica a que somos sometidos quienes estamos aquí dentro y quienes aun están allá afuera. Sin embargo nos desalienta a veces que aún haya algunos que se sienten acobardados y admitan la incapacidad para combatir su miedo, que se dejan someter y asuman una actitud de disimulo porque piensan que jamás les va a tocar enfrentar la suigéneris justicia venezolana y pasar a ser victimas de alguna aberrante decisión judicial. A esos quiero decirles que aunque no lo quieran ver, taparse los ojos no sirve de nada y posiblemente terminen compartiendo conmigo, un pasillo de 35 metros de largo y medio de ancho, un baño para 10 personas y 4 horas de sol al mes. 
Actualmente estamos tras las rejas por razones políticas, pero evitamos caer en el “protocolo depresivo carcelario”, no por razones de debilidad, sino para focalizar nuestros esfuerzos en tareas que se traduzcan en ejemplo de coraje valor y determinación, Queremos contribuir a hacer de nuestro país, una nación de justicia, democracia y libertad.   
Nunca dejaré de confiar en que habrá decenas de miles de hombres y mujeres dispuestos a evitar que nuestro país sucumba ante el totalitarismo.  Deseo no tener que ver a mas personas obligadas a despojarse de su equipaje personal y emocional, para convertirse en otra victima de la represión selectiva, orquestada por un grupo de degenerados morales, intolerantes e irreflexivos, que abrumados por el poder y por una devoción sin limites, se han entregado a la obediencia servil. 
Aprendamos la lección para que el esfuerzo del pasado, pueda convertirse en un sólido porvenir para Venezuela.
 

26/06/2011 7:32:44 p.m.

Globovision


    

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